Psicoterapia psicoanalítica. ¿Por qué tratarse con ella?
La Psicoterapia psicoanalítica ¿por qué tratarse con ella?
Existen múltiples formas de abordar los problemas emocionales que nos aquejan, por un lado están los conductistas que precisamente buscan modificar conductas y permitirle al sujeto ser un poco mas operante en su vida diaria, las ventajas de este tipo de corrientes es que entregan resultados más o menos rápidos, pero el conflicto que genera dicha conducta queda intacto, con lo cual el sujeto continúa padeciendo el problema, es como si se barriera el piso y se escondiera el polvo debajo de la alfombra. A propósito de la psicología es muy importante que el psicólogo haya cursado al menos un posgrado para estar en la posibilidad de tratar exitosamente a un paciente.
Por otro lado, están los autodenominados coachings que sirven únicamente para empoderar al sujeto por medio de una sugestión poderosa pero fundamentada en la “nada”, el sujeto al separarse del grupo de coaching cae nuevamente en los padecimientos emocionales que lo aquejan (para más información consultar en esta página el artículo llamado “Grupos. ¿Ángel o demonio?”
Una consideración aparte merecen las corrientes que basan su tratamiento en el psicoanálisis, si lo que el sujeto busca es el entendimiento del por qué actúa y sufre de cierta forma, el psicoanálisis puede ser una opción viable, desgraciadamente es un proceso largo el cual no todos los sujetos son capaces de acceder, ya sea en lo psíquico o en lo económico, sin embargo los resultados son muy interesantes debido a que se resuelven o se resignifican los conflictos de forma profunda.
Ahora bien, la psicoterapia psicoanalítica, de la cual soy practicante, es heredera del psicoanálisis, aunque su forma de trabajar es mucho mas ágil, viendo resultados de manera más rápida y con un grado de profundidad muy parecido al psicoanálisis, quiero recalcar que no se nos debe confundir con psicólogos, porque nosotros trabajamos con la mente pero desde lo mas profundo y no de manera superficial, ayudamos al paciente a que se dé cuenta por sí mismo del porqué de sus actuaciones, lo bello de este tipo de tratamientos es que los cambios son automáticos, nosotros no encargamos tareas, ni tampoco somos directivos, ni decimos que es lo que el sujeto debe hacer, al contrario, sabemos de antemano que el sujeto es conocedor de su propia verdad, por ello el psicoterapeuta psicoanalítico funge como un espejo que le permite al individuo darse cuenta de las mentiras que él mismo se dice. Muchas veces se escuchará el reclamo “pero si cuando voy a mis sesiones lo único que hace el terapeuta es escucharme y preguntarme, no me da instrucciones”, ese es precisamente el espíritu de la psicoterapia psicoanalítica, respetar la individualidad de cada sujeto y permitirle conocerse a sí mismo sin contaminación del terapeuta (al decirle lo que debe hacer o debe pensar).
Quiero finalizar éste artículo subrayando que gran parte de los sufrimientos emocionales provienen de conflictos psíquicos que son expresados en forma de síntomas, las muchas de las veces dolorosos, es importante comprender que el sujeto es incapaz de percibir esas motivaciones inconscientes, nuestra vida anímica (emocional) solo es mínimamente observada y conducida por el consciente y este tiene muchas limitaciones, es decir, no puede abarcar todo lo que sucede en la vida diaria, por ello discrimina lo más importante, reprime lo que le es doloroso y con el tiempo eso reprimido termina por aflorar con mucho más violencia, desgraciadamente la represión tiene sus límites y tarde o temprano emergerán los síntomas dolorosos, las muchas de las veces raros, por ejemplo las compulsiones y las histerias, les comparto un extracto del ensayo escrito por Freud dominado “psicología de las masas y análisis del yo”:
Los fenómenos inconscientes desempeñan un papel preponderante no solo en la vida orgánica, sino también en el funcionamiento de la inteligencia. La vida consciente del espíritu representa sólo una mínima parte comparada con la vida inconsciente. El analítico más fino, el observador más penetrante, no llega nunca a descubrir más que un pequeño número de motivos inconscientes que determinan su conducta. Nuestros actos inconscientes derivan de un sustrato inconsciente creado en lo fundamental por influencias hereditarias […] Tras las causas confesadas de nuestros actos están sin duda las causas secretas que no confesamos, pero tras estas hay todavía muchas otras más secretas que ni conocemos. La mayoría de nuestras acciones cotidianas son efectos de motivos ocultos que escapan a nuestro conocimiento. (Freud, 1992, pág. 70)