Mi marido no me toca ¿qué pasa?
Mi marido no me toca
Hace algunos meses una mujer me confesó que no daba crédito al nulo interés sexual que su pareja le demostraba: “en la relación que llevo con él, es como si durmiera con mi hermano, no hay interacción sexual, ni siquiera me toca”, “eso me hace sentir muy mal, me siento poco atractiva”, “he tenido que recurrir a la masturbación para darle salida a mis deseos”, estas eran solo algunas expresiones de ella, la mujer dejaba entrever en sus palabras un sentimiento de menosprecio hacia ella misma, producto de su incipiente relación de pareja. ¿Qué sucede con el varón en estos casos? ¿por qué siendo tan atractiva la mujer el varón no se fijaba en ella? ¿es acaso la falta de erotismo en la relación lo que mengua la sana dinámica de pareja?
Son muchos los posibles factores que pueden impactar en la frialdad de este varón, no podemos achacarle el origen a uno solo, al final de cuentas se tendría que someter a un análisis personal para encontrar los factores que apagan la flama del erotismo en la pareja por parte del varón, pero ¿sólo el varón es el responsable de tal frialdad? ¿Qué papel podría jugar la mujer en esa relación que se ha convertido en una relación de hermandad o, mejor dicho, de madre-hijo?
Como ya lo apunté en anteriores artículos, las relaciones de pareja son relaciones donde el ser humano busca perpetuar su propio ciclo inconsciente, que ambos miembros traen vigente desde sus primeros años de vida (ver el artículo del blog llamado “elección de pareja”). Para encontrar dichos ciclos habría que indagar en la historia de ambos personajes y dilucidar una explicación lo mas cercana a su verdad, pero si nos enfocamos al hombre podríamos hacer uso de las palabras de Freud: “cuando estos hombres aman, no sienten deseo, y cuando desean no pueden amar”.
¿Por qué se da este fenómeno? Freud nos da la respuesta en Obras completas, volumen XI en el ensayo “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre”
La condición del «tercero perjudicado»; su contenido es que la persona en cuestión nunca elige como objeto amoroso a una mujer que permanezca libre […] sino siempre a una sobre quien otro hombre pueda pretender derechos de propiedad en su condición de marido, prometido o amigo.
Segunda posibilidad, [amor por mujeres fáciles] dice que la mujer casta e insospechable nunca ejerce el atractivo que puede elevarla al objeto de amor, sino sólo aquella cuya conducta sexual de algún modo merezca mala fama y de cuya fidelidad y carácter intachable se pueda dudar.
Amantes del tipo, rescatar a la amada. El hombre está convencido de que ella lo necesita, de que sin él perdería todo apoyo moral y rápidamente se hundiría en un nivel lamentable. La rescata, pues, no abandonándola.
Esa elección de objeto de curioso imperio y esa rara conducta tienen el mismo origen psíquico que en la vida amorosa de las personas normales; brotan de la fijación infantil de la ternura a la madre y constituyen uno de los desenlaces de esa fijación. (Freud, 1910, págs. 160-162)
Referencias
Freud, S. (1910). Obras completas. Volumne XI. Amorrortu.