LAS ADICCIONES Y SU RELACIÓN CON EL INCONSCIENTE
Adicciones e incosciente, Por Laura López.
La vida nos depara aparte de alegrías, también sufrimientos, decepciones, tareas imposibles. Y para poder soportarlas, no podemos prescindir de paliativos, muletas, para sostenernos. Así, utilizamos distracciones poderosas (por ejemplo, en el libro de Cándido de Voltarie aconseja cultivar el jardín), el arte, que nos depara ilusiones frente a la realidad, la cultura, el trabajo, la investigación científica, satisfacciones varias que reducen el sufrimiento y también hay quien utiliza el uso de narcóticos, drogas, que influyen sobre nuestros órganos y modifican su quimismo.
Es interesante si comprobamos etimológicamente la palabra adicción, indica falto (a) de palabra (dictum). Es como si el sujeto adicto no pudiera simbolizar, poner en palabras. De alguna manera el objeto de adicción también tapa el agujero de la boca, se la llena. Entra en el terreno de lo imaginario y la alucinación.
En una carta a Fliess, Sigmund Freud el 22 de diciembre de 1897, se refería a la masturbación como la “adicción primaria” y que las otras adicciones eran sustitutivas de ésta (por ejemplo alcohol, tabaco, morfina… ). Vemos que se produce un perjuicio en el acto masturbatorio cuando su frecuencia es desmesurada e insuficiente la satisfacción. Incluso la neurastenia tiene que ver con la incapacidad para acumular energía, siempre hay descarga ante la mínima tensión. Son personas que siempre están cansadas, hay cefaleas, una serie de síntomas que señalan la imposibilidad de acumular energía para otros logros. En seguida hay una descarga de su libido. Otro perjuicio es que la masturbación no necesita modificar el mundo exterior para satisfacer las necesidades, no hay un trabajo en la persona. Acontece así la fijación a un infantilismo psíquico, una fijación a fines sexuales infantiles. Se realizan en la fantasía y no hay progresos. Por ejemplo, en la ludopatía hay una articulación con el hábito de la masturbación infantil, donde intervienen las manos. Están en juego todos los componentes de esta cuestión infantil: la tentación, las promesas, los remordimientos.
Pueden estar en juego también sentimientos de culpa inconscientes en las adicciones, donde llevan en unos casos a la ruina, otros a la delincuencia…Es la culpa inconsciente la que dirige las consecuencias en determinadas acciones, como un resorte que se dispara. Es como si necesitaran un alivio a través del castigo.
Decimos que la adicción no es una enfermedad en sí, sino que es una solución a la neurosis, al conflicto psíquico. Desde el Psicoanálisis lo vemos como síntoma. Al igual que en épocas precientíficas cuando alguien sufría de alguna infección, se decía que “estaba enfermo de fiebres”. No se conocía la existencia de los microbios que, como hoy sabemos, son los causantes de las fiebres. Se confundía el síntoma con la enfermedad. Había una infección que era la que causaba el estado febril. En las adicciones hay una sobredeterminación inconsciente subyascente, que genera la adicción. Hay en la persona conflictos psíquicos que soluciona a través de las adicciones, como una satisfacción sustitutiva. Es como una regresión a ese momento infantil en el que estoy en posición de dependencia con la función madre, siendo uno solo. Si no hay una maduración psicológica, el resto de los tratamientos son un parche que sirven por un tiempo, pero no se han atendido a los procesos inconscientes implicados.
La salida a la adicción está producida por los conflictos inconscientes, por la neurosis. Entre el alcohólico y la botella son uno, el heroinómano y la heroína, uno, el fumador y el cigarro…cuando el humano nace es uno con su madre. Es como si hubiera una regresión, como ese sentimiento de ser uno con el otro, con el objeto de adicción. Los síntomas decimos que son satisfacciones sustitutivas, entonces la persona con adicción busca inconscientemente una satisfacción como sustitución de algo que se le hace intolerable. Pero le genera problemas, se convierte en una situación de dependencia, como el momento infantil del niño con su madre. Si vemos las características de la persona con adicciones es como un niño egoísta que no le importa su alrededor, salvo conseguir lo que quiere, donde no puede esperar cada vez que tiene que calmar su necesidad.
Sigmund Freud nos habla de la fijación en los grandes bebedores por ejemplo a la etapa oral, donde indica estar relacionada con un un destete temprano del pecho materno. Se puede ser adicto a cualquier cosa: a internet, a la pareja, a una bebida energética, medicamentos, al juego, a la comida…. ¿Por qué hace más de veinte años vive con ese hombre que la maltrata? Porque hay una adicción.
No ponemos el peso en el objeto en Psicoanálisis, sino lo que le lleva a la persona a utilizar ese mecanismo psíquico. El psicoanalista va a escuchar lo inconsciente del sujeto, algo que desconoce de sí mismo. Lo que le lleva a esa persona a consumir a generar esa dependencia. Se escuchan otros elementos, no es una cuestión de prohibirle (al final termina mintiendo, haciéndolo..) sino desplegar qué piensa, qué quiere esa persona en su vida, a quien odia, qué desea, por qué se quiere suicidar utilizando la droga… Entonces la mejor manera para poder sustituir el placer producido por la droga es el placer verdaderamente humano, el goce exclusivamente humano de poder compartir con otros la palabra, la creación, la lectura, la escritura, el arte, la cultura.
Cualquier adicción a las drogas, al juego, etc., generalmente esconde una depresión. Lo que ocurre que no se trata la depresión, ni los motivos sociales que llevan a que las personas estén deprimidas. Puede haber motivos sociales como falta de ideales, de trabajo, de vivienda, de futuro… Hay causas sociales y psíquicas. Es responsable la depresión de una alta tasa de suicidios, de cáncer… Adormecen las drogas a las personas, les apartan de la inquietud intelectual. Vemos incluso cómo los tiempos de ocio están dispuestos para el consumo, para escapar del día a día, a una supuesta liberación, un párate para vivir, como si eso fuese la vida, asociada al consumo y al escape de una realidad que ya te transmiten como insoportable.
El problema de droga es que ese hábito genera enfermedades. Por ejemplo, el alcohol el síndrome de Korsacoff, donde se empiezan a ver bichitos por la piel, producen también deterioro físico y mental. La cuestión es que en muchas ocasiones la solución para combatir una drogodependencia es a través de fármacos, y lo que hacen es sustituir una droga por otra, pero no se resuelve el conflicto.
Tendríamos que reflexionar acerca de lo social, donde las puertas de la entrada a las drogas es muy grande, pero para la cultura y el trabajo no. Es como que a las estructuras del estado le sale más barato que seamos consumidores. Porque hay que sostener una educación, la cultura, el crecimiento de los jóvenes… El trabajo es un don, pero vivimos en sociedades injustas. La realidad se transforma con el trabajo, y claro, hay un peligro, porque se cambia la estructura. ¿Conviene que seamos consumistas de lo que sea?
Desde otras disciplinas te hablan de la poca fuerza de voluntad del adicto, la ausencia de “control”, porque centran sus terapias en la parte del yo que podríamos llamar consciente. Van a reforzar la fuerza de voluntad, volverles exigentes, con culpa, pero no ven lo que subyace a esa manera de afrontar la realidad, de evitarla, entonces si no se tiene en cuenta lo inconsciente, es como si le reprimieran, tapan esos conflictos, y lo que fuertemente se reprime con más fuerza aparece. Hay que tratar los procesos inconscientes.
La persona se aparta de la realidad o de un fragmento de la misma, porque se le hace intolerable. Vive excluido de esa realidad y la sustituye por una nueva realidad imaginaria. Llegan en muchos casos a apartarse de las personas queridas, el trabajo, y pueden ocasionar graves perjuicios personales y sociales.
El psicoanálisis permite transformar formas de satisfacción perjudiciales que sustituyen y encubren otras cuestiones que se encuentran encubiertas. Son los mecanismos inconscientes que necesitan una interpretación, como un jeroglífico que hay que traducir.
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